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"Un pacto para todos"


"Él ha enviado redención a su pueblo, ha ordenado su pacto para siempre; santo y temible es su nombre."

(Salmo: 111: 9).

 

Después de ver  el texto  de Hebreos 9:6-15,  me gustaría que recordemos algunos puntos importantes:

 

1.      En el Lugar Santo solo podían entrar los sacerdotes para cumplir los oficios del culto. Pero en el Lugar Santísimo la entrada era más restringida, solo al sumo sacerdote y una vez al año. Por lo que en el antiguo pacto el servicio de los sacerdotes era con temor, y esto no era una experiencia placentera. Si su ministración u ofrenda no eran aceptables a Dios, corría el riesgo de morir allí mismo (Éxodo 30:10).

2.      El hecho de que solo el sumo sacerdote pudiese entrar en el Lugar Santísimo, y todavía más lamentable, de que tuviese que hacerlo cada año, daba a entender que ningún sacrificio del Antiguo Testamento tenía carácter definitivo, pues ninguno tenía valor suficiente para limpiar de pecado la conciencia. (Lv 16:34).

3.      La sangre de los animales no era suficiente para quitar el pecado, sino que ésta tan solo servía para cubrirlo temporalmente y recordarnos de la necesidad del perdón ante un Dios santo (He 9:13).

4.      Los sacrificios de animales fueron para la purificación de la carne, cosas externas. Mientras que la sangre de Cristo fue para purificar nuestra consciencia, la cual es interna (He 9:14).

5.      Por la obra del Espíritu Eterno sobre su vida, Jesús rindió completamente su Voluntad, para ofrecerse  como Cordero sin mancha, purificarnos y constituirse en el mediador del nuevo pacto. Todo lo relacionado a su vida, desde  su concepción, obra. Muerte,  resurrección y glorificación fue bajo el poder del Espíritu Santo (He 9: 14-15; Is 42:1; Lc 1:35; 4:1-2, 14-19).).

6.      Para que Cristo nos enviara al Espíritu, Él tenía que morir en nuestro lugar.  Entonces luego envió al Espíritu para darnos el poder interno que necesitamos para creer en Él y luego vivir para Él (He 9:15).

7.      La redención no surgió del antiguo pacto sino del nuevo. (He 9:12,15).

8.      Dios no está limitado por el tiempo, Él quitó todos los pecados pasados, presentes y futuros a toda persona que ponga su fe en Jesucristo (He 1:3; 9: 26; 10::14).

9.      Los creyentes tenemos nuestra salvación eterna asegurada, no la podemos perder porque no depende de nosotras, sino de la obra ya consumada por Jesús en la cruz del  calvario (He 5: 7-10; 9:11-12.24; 10: 12-14; Ef 1:7, 11-14; 2:8-9; Tit 3:4-7).

10.  Este es un llamado de atención para que nos aseguremos si realmente hemos puesto nuestra confianza en Aquel que ha hecho todo por nosotras, y que solamente nos pide  fe en Él  como Salvador y Señor  de nuestras vidas, viviendo en comunión e intimidad con Él, y fructificando en Él y para Él; de lo contrario corremos el riesgo de ser reprobadas por Él mismo (Mateo 7:20-23).

 

Después de ver esto, definitivamente es maravilloso el que como gentiles podamos experimentar la Gracia inmerecida de Dios para con nosotras. Es majestuoso ver que la sangre de Cristo tiene un valor mayor que la de los animales, por la dignidad de Su persona, por la santidad de Su misma humanidad y por Su voluntario ofrecimiento al sacrificio. 

 

Y definitivamente, si somos cristianas, lavadas por la sangre preciosa de Cristo, debemos vivir vidas transformadas que evidencien un cambio desde nuestro interior, del corazón, palpable en nuestro diario vivir, y que los demás puedan vernos como un testimonio viviente del  Cristo que mora en nosotras.

 

Por eso me gustaría que juntas meditemos en esta pregunta: ¿Cómo  cristiana, el cambio en tu vida ha sido externo o tienes un nuevo corazón piadoso?

 

Recordemos que ahora tenemos la libertad de acercarnos a Dios, pues por la muerte de Su Hijo Jesucristo,  el velo que nos separaba de su presencia se rasgó, ya no hay obstáculo para acercarnos al Padre (Mt 27: 50-51ª; He 10:19-22).  Analicemos nuestros corazones a la luz de las Escrituras y veamos a profundidad si tenemos corazones piadosos, sometidos a Él y si estamos dispuestas a agradarle en todo y a que Él tenga la supremacía en nuestras vidas.

 

Este nuevo Pacto que Dios nos muestra en Su Palabra es un pacto para todas las que somos llamadas sus hijas, ninguna está excluida de esta gracia. A través de Cristo no solamente tenemos la eternidad garantizada, sino que Jesús ganó la vida plena para nosotras, aun cuando éramos  gentiles y no teníamos esperanza (Ef 2:11-22).

 

Y tal y como dice el texto base que tenemos: "Él ha enviado redención a su pueblo, ha ordenado su pacto para siempre; santo y temible es su nombre." (Salmo: 111: 9). Esta redención era la Gran Redención,  y ésta se llevaría a cabo por Jesucristo. El salmista glorifica a Dios por la estabilidad de Su Palabra y de Sus obras, con lo que nos asegura de lo que todavía ha de llevar a cabo en el futuro. Lo que Dios ha hecho nunca se deshará por sí mismo, ni lo desharán los hombres, pues se apoya en la verdad y la justicia, no en la arbitrariedad. Lo que Dios ha dicho nadie lo puede revocar (Lc 16:17: 21:33; Is 40:8).

 

¡Bendita Gracia!

 

 Dios les guarde sin caída!

 

 Katerine F. Genao

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