Hace una se mana estuvimos hablando sobre Sara, la esposa de Abraham y madre de Isaac. Hoy veremos que el enfoque de Sara estuvo completamente distorsionado; la amargura y la envidia siempre obstaculizaron, no sólo su caminar con Dios, sino también su capacidad de pensar clara y racionalmente. No hay duda acerca de esto. En ninguna parte de esta historia encontraremos a Sara buscando al Señor en sus decisiones, ni tampoco la veremos procurando el consejo y el asesoramiento de su marido. Cada decisión que ella tomó, estaba centralizada en una sola persona: ¡E lla misma! La amargura por lo general nace de los celos y ambos son pecados muy graves, según la Biblia. Echemos un vistazo a algunos versículos de las Escrituras en donde veremos el comportamiento que no debemos imitar de Sara: 1. Era impaciente: En los tiempos del Antiguo Testamento, si una...
“Abrazando el diseño y el rol bíblico como mujeres que Dios ha establecido para nosotras”