¿No me es lícito hacer lo que quiero
con lo que es mío?¿O es tu ojo malo porque yo soy bueno?” Así, los últimos
serán primeros, y los primeros, últimos”
(Mateo 20:15-16).
En el evangelio según San Mateo, en su capítulo 20, versos 1 al 16,
Jesús nos narra la parábola de los obreros de la viña. Esta parábola presenta ante nosotros el reino de
los cielos (v. 1). Es el concepto del reino lo que necesita ser ilustrado más
que los deberes del reino; por eso, las parábolas tenían por objeto ilustrar lo
primero.
Algo relevante en esta enseñanza es que el dueño de la viña contrató a
tres grupos de trabajadores en diferentes tiempos del día, pero les pagó a todos
la jornada completa. Algunas personas pensarán que esto puede ser un acto
injusto porque no todos trabajaron la misma cantidad de horas, pero hay mucho
detrás de esta enseñanza.
Durante el tiempo
de la cosecha era típico que los
jornaleros permanecieran de pie en el mercado desde el alba, esperando ser
contratados para el trabajo del día. Cada jornada de trabajo comenzaba temprano, y aquellos
que querían trabajar esperaban hasta que el dueño los llamara. El pago justo que cada obrero recibía
por un día de trabajo era un denario (v.2).
Es importante entender, que para los judíos el día comenzaba a la 6 de la mañana y
terminaba a la 6 de la tarde. Por tanto, la costumbre para los trabajadores era trabajar 12 horas por
día. Y esto lo podemos ver cuando el viñador hace una recogida de empleados 3
veces en el trascurso del día (en hora laboral):
-
Temprano en la mañana, 6 am aproximadamente (v.1)
-
La hora tercera, 9 de la mañana (v.7)
-
La hora undécima, las 5 de la tarde (v.6)
Cuando leemos el versículo 8, comprobamos que el señor
de la viña es un hombre justo,
equitativo, íntegro y fiel a su palabra, cumpliendo con lo que prometió a los
obreros, ordenando a su mayordomo que les pagara su jornal, desde los postreros hasta
los primeros: “ Y
al atardecer, el señor de la viña dijo a
su mayordomo: “Llama a los obreros y págales su jornal,
comenzando por los últimos hasta los primeros.” Con este mismo sentir culmina la
parábola en el verso 16, cuando dice: “Así, los últimos serán primeros, y los primeros, últimos”, para dejar por sentado su
incuestionable soberanía, pues Él,
siendo el dueño y Señor, hace lo que quiere y cómo quiere. Es importante notar
que su sentido de justicia quedó evidenciado y que todos los obreros fueron tratados en igualdad de
condición. ¡Todos iguales ante sus ojos! Todos recibieron lo convenido a pesar de que
algunos trabajaron más horas que otros.
El dueño de la viña fue sumamente generoso con
aquellos que habían trabajado menos horas pagándole así su día completo. Esto
generó envidia en los demás obreros quejosos que querellaban y murmuraban
contra el padre de familia, porque hizo a los demás iguales a ellos, se
jactaron de sus buenos servicios. (v.11-12)
Estos últimos obreros recibieron una “Paga extraordinaria”, ¿sabes por qué?,
porque Dios distribuye sus recompensas según su gracia soberana, y no como una
deuda. Lamentablemente, nosotras somos inclinadas siempre a pensar que
recibimos menos favores de la mano de Dios que los demás,y que tenemos méritos para recibir más que otras, pero
estamos equivocadas.
Como el dueño de la viña, Dios puede dar y retirar sus
favores, según le plazca. Lo que Él tiene es suyo y esto le justificará en
todas las disposiciones de Su providencia. Estos últimos obreros no habían
llegado a trabajar por la sencilla razón que “No habían sido llamados por Dios aún” (el viñador). 8 “Porque
por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de
vosotros, sino que es don de Dios; 9 no por[f] obras, para que
nadie se gloríe. (Efesios 2:8-9) Esto no dependía de ellos sino del viñador.
Nuestro Señor Jesucristo dejó una estampa tan clara de
esto, cuando ya al final de su vida, clavado en la cruz junto a dos
malhechores, tuvo una manifestación tan sublime de su Gracia, al responderle a uno de ellos que le pidió
que se acordara de él cuando viniera en
su reino: “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc.23:39-43).
En el último momento de su vida pecaminosa, este hombre se arrepintió, tuvo
una mirada de fe, y recibió la vida en Cristo Jesús. “Los últimos serán los
primeros”! Este malhechor entró al reino “como
a la hora undécima” para disfrutar de todas las bendiciones celestiales
prometidas; lo grande de todo esto es que son las mismas que recibieron los que
le precedieron y dedicaron su vida al
Señor; y que recibirán también los postreros creyentes en Jesús. ¡Para muchos,
esto es incomprensible! ¡Pero es pura
Gracia de Dios!
Analogía Parábola vs. Reino de los cielos:
PARABOLA (EL VIÑADOR)
|
REINO DE LOS CIELOS
(DIOS)
|
¿Quién los contrata? es un hombre, Padre de familia.
|
Dios es el gran Padre de familia. (Ef. 2:18-19)
|
¿Dónde los contrata? En la plaza del mercado.
|
Dios es quien llama a salvación sin importar donde estemos. (EF. 2.1,
4-7)
|
¿Para qué los contrata? Para trabajar en su viña.
|
Dios nos salva para que llevemos frutos y hagamos las obras que nos
preparó (Ef. 2.10)
|
¿Cuál será el jornal de los obreros?
Un denario, el jornal suficiente.
|
Dios es el verdadero pago que satisface. (Fil. 3:13-14)
|
Aplicación final:
No podemos pensar que por hacer más que otras
recibiremos la salvación. La paga extraordinaria ya Cristo la hizo en la cruz
del calvario por nosotras. Fue una gracia inmerecida, no podíamos hacer nada
para ganarnos ese gran regalo.
Cuando pensamos que podemos ganarnos nuestra
salvación, hacemos que el sacrificio de Cristo no tenga valor. No importa que
tu conversión fuera ayer o hace treinta años, al final estaremos con el Señor, y la salvación fue extendida para ambas de
igual manera. Recuerda como dice Jesús en la parábola, ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo que es mío? (v.15). Con Su salvación recibimos más de lo que
merecemos y como decían en el programa Cathy y Masi: “La única respuesta ante eso es un corazón agradecido. Si esto no nos humilla, nada nos
humillará. Todo lo que recibimos de parte de Dios es inmerecido y muestra de Su
gracia.”
Te animo a meditar en estas preguntas, y oro a Dios
para que Él nos equipe y nos dé corazones prestos a la obra:
¿Nuestras buenas obras son en gratitud y honra a Dios
o para tratar de ganarnos su favor?
¿Está tu corazón satisfecho por el pago que ya Cristo
hizo por nosotras?
¿Estamos buscando un mayor pago que Cristo mismo? ¿No
hemos sido satisfechas ya en Cristo?
¿Piensas que mereces algo más que la salvación?
Dios les guarde sin caída,
Katerine Genao
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