“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.” (2Timoteo 3: 1-5).
Definitivamente que esta serie ha cautivado mi corazón, porque ha tocado una verdad a la cual nos enfrentamos día a día como seres humanos caídos. Como mujeres, debemos saber que hay varios ídolos a los que se enfrenta nuestro corazón constantemente, como son:
1. La opinión de los demás
2. La imagen de mi familia
3. Mi esposo
4. Mis hijos
5. Mi llamado como ayuda idónea. Es fácil pervertir el llamado.
6. Mi diseño como mujer
Esto es una lucha incansable cada vez que vencemos uno, se levanta otro. Tenemos que vivir una vida en oración enfocada en Cristo como centro de nuestras vidas siempre, para poder contrarrestar esta guerra campal en la que vivimos constantemente. A parte de que la naturaleza de nuestro corazón es pecaminoso, siempre estamos siendo bombardeadas por la cosmovisión pecaminosa del mundo y los poderes de las tinieblas; Satanás y sus ángeles nos incitan a satisfacer y buscar nuestros propios deseos para pecar contra Dios. “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2)
Pero más que estos ídolos que se van levantando en nosotras, diariamente nos vemos en la guerra de pelear con nuestro “Propio Yo”; entonces es bueno que nos preguntemos: ¿Estamos dispuestas a quitarnos del trono de nuestras vidas para darle al Señor el lugar que sólo Él merece?
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará. (Lucas 9:23-24)
“Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás.” (Filipenses 2:3-4)
Si le doy prioridad a mis propios deleites antes que amar ser santa, aún más de lo que amo a Dios, es idolatría. Es bueno saber amadas que nuestra configuración por defecto es la idolatría. Cuando Eva mordió la fruta, en ese momento estaba adorando otro dios, lo que ella pensaba que necesitaba. Después de la caída el llamado se corrompió. A veces en lugar de ser ayudadoras, lo usamos para animar a los demás a pecar. En vez de ser ayuda idónea ayudamos a idolatrar. (Ejemplo: Sara y Raquel)
Sería bueno que meditáramos en: ¿Qué amamos más que la obediencia a Dios? ¿Qué amamos más que la gracia de Dios?. No podemos manipular las situaciones a nuestra conveniencia o utilizar lo que está pasando en nuestro cuerpo (hormonas y demás) como excusa para pecar. Raquel reclamó “dame hijos o muero”, y murió recibiendo lo que idolatraba. ¿No es esto una forma de querer manipular incluso a nuestro mismo Dios? ¡ Wao! ¡Líbranos de nosotras mismas Dios!
El corazón idólatra es un corazón insatisfecho por definición. Juan Calvino en una ocasión dijo: “El corazón humano es una fábrica incansable de ídolos.” Los ídolos son una reflexión de un corazón rebelde; y el ídolo del “Yo” es la zapata de todos los otros ídolos. Yo quiero lo que yo quiero y como yo lo quiero. Esto no se puede llamar de otra manera mis hermanas, esto es “Pecado”. Tal y como decía Cathy Scheraldi en el programa “Es importante entender que el ídolo en sí mismo no es el problema, sino la manifestación de la rebelión en nuestro corazón. Uno puede destruir todos sus ídolos, sin embargo, si el corazón permanece rebelde, surgirá otro ídolo. Pero más que todo el ídolo del “Yo” siempre buscará prevalecer en nosotros corazones.”
Entonces ¿Dejaremos que el “Yo” interior crezca más que Cristo? Dios desea conformarnos a Su imagen: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.” (Romanos 8:29)
• Velemos por:
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:1-2)
• Guarda tu corazón de:
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.” (1ra. Juan 2:15)
• Ora:
“Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias…” (Colosenses 4:2)
Bendiciones,
Katerine de Genao
Comentarios