“Sino que en la ley del Señor está su deleite, y en su ley
medita de día y de noche! Será como árbol firmemente
plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no
se marchita; en todo lo que hace, prospera.”
(Salmo 1:2-3)
Devoré
este capitulo como un niño hambriento cuando come con prontitud un pedazo de
pan. Me sentí completamente identificada con las “Mentiras acerca del futuro”
que Nancy nos relata, y con las que constantemente como mujeres cristianas jóvenes
nos tenemos que enfrentar en este mundo caído.
Actualmente el feminismo ha
arropado los corazones y las mentes de la mujer contemporánea, y se ha opuesto por completo a los conceptos de
maternidad y de cuidado del hogar, a los cuales Dios nos ha llamado. A muchas jóvenes les
ofende la idea de que haya alguna diferencia entre hombre y mujer. Conceptos
como feminidad bíblica, sumisión o respeto a los hombres son completamente
extraños en nuestras metas a seguir.
A mediados de mis 20 años, estos principios no eran los que yo perseguía; quería ser una joven profesional exitosa,
tener un buen trabajo que me generara un salario espectacular, poder viajar por
el mundo; y casarme no era una de mis
prioridades, por lo que tener hijos estaba bien distante, no era que no lo
deseara, sino que estaba en el último lugar en mi lista por hacer o alcanzar.
Al pasar los años,
y ver muchas de mis metas terrenales no
cumplidas, y no haber logrado mi
objetivo principal, que era “Satisfacerme a mi misma,” eso produjo frustración en mí; tenía un conocimiento errado de cuál
era mi verdadero rol, y cuál era la verdad bíblica que tenía
que perseguir como joven cristiana. Para
determinar nuestro propósito como mujeres seguidoras de Cristo, debemos primero
preguntarnos: ¿Por qué
creó Dios a la mujer? Y
según Génesis 2:18, Dios la creó para que fuera ayuda idónea para el hombre, para COMPLEMENTARLO, para
suplir sus necesidades. No para completarlo, y menos, para sustituir su rol. Es como dice Nancy: “La mujer fue hecha del hombre, para el
hombre, y dada al hombre como un regalo de Dios”.
¡Que hermosa verdad esta! Dios nos creó con un diseño de fábrica especial,
porque fuimos completamente dotadas para dar y sustentar la vida, por eso Él
ordenó en (Génesis 1:28) que fructificaran y se multiplicaran sobre la
tierra.
Así como el hombre
debe perseguir proteger a su esposa y ser un papá extraordinario, la mujer debe anhelar y desear casarse y ser excelente mamá. Esta
sociedad contemporánea grita a toda voz
a las jóvenes de ahora, que no tienen
libertad de elegir si han de ser esposas y madres, sino que las motiva a abrazar un principio completamente
distorsionado.
Pero es bueno
resaltar, que aunque fuimos diseñadas
para este rol, nuestras vidas giran en torno a nuestra relación personal con
Dios, y debemos someternos al plan perfecto que ha concebido para cada una de
nosotras, en Su SOBERANÍA Y GRACIA: .
Nancy nos señala
que: “Lo que elegimos hacer ahora formará
hábitos que tendremos que romper en el futuro, o bien serán de provecho para
nuestra vida.” Es decir que si ahora
mismo estamos sembrando hábitos dañinos en nuestro crecimiento como cristianas,
en nuestra alimentación, o incluso en la información que le estamos dando a nuestro cerebro, créeme, que al
pasar los años, veremos esos frutos, y no serán buenos.
Por lo que te
exhorto, amada hermana, a que no creas las mentiras que esta nueva generación
nos quiera presentar, y aún más, si ellas van en
contra del real diseño establecido por Dios para nosotras. Cultivemos el
crecimiento en Dios, y desarrollemos
habilidades para que crezcamos en madurez espiritual, afirmando y
afianzando nuestro verdadero rol como
mujeres cristianas, y no para jactarnos de que lo hacemos bien, y que estamos
cumpliendo con excelencia nuestro orden bíblico establecido; sino porque lo
estamos haciendo para un Dios Santo, para agradarle a Él, y gozarnos en saber
que en hacer Su voluntad esta nuestro deleite. “Me
deleito en hacer tu voluntad, Dios mío; tu ley está dentro de mi corazón.”
(Salmo 40:8)
Bendiciones,
Katerine Fernández.
Comentarios