A veces nos preguntamos cómo dar gracias a Dios por las cosas que nos suceden en la vida -sean éstas, buenas o malas- pues como hemos visto antes, debemos estar dispuestas a tener corazones con una actitud de agradecimiento constante.
La gratitud es mucho más que cumplir con una lista de cosas por hacer. Hemos leído en la Biblia lo suficiente como para saber que a Dios no le agradan los intentos técnicos y limitados en lo que respecta a la obediencia. No podemos recibir verdaderas bendiciones por el solo hecho de cumplir con un sentido de la obligación y del deber. Dios no desea que solo expresemos agradecimiento, sino que éste sea el fruto de un corazón verdaderamente agradecido. Para lograrlo, Nancy nos invita a reflexionar en las siguientes preguntas:
a) ¿Estás cansada de quejarte?
b) ¿Estás dispuesta a alabar?
c) ¿Estás convencida de que la ingratitud no solo es un mal hábito, sino un pecado grave contra Dios por la ausencia de meditación en Su gracia y Su Evangelio?
d) ¿Estás dispuesta a convertirte en la clase de persona que renueva su hogar, su iglesia o su lugar de trabajo con un aire fresco de gratitud?
Hagamos un alto para que evaluemos nuestras vidas y le pidamos a Dios de todo corazón que nos ayude a ser, andar y pensar diferente. La actitud de nuestro corazón no puede ser la misma después de aprender la importancia de “SER AGRADECIDAS”.
A continuación algunos consejos sobre cómo podemos cultivar la gratitud de una manera práctica:
- La expresión:
La autora nos hace reflexionar que oportunidades para ser agradecidas hay por doquier. Si las tratamos de identificar, por lo general nuestra reacción será dejar que el pensamiento que nos llegue a la mente ya sea suficiente gratitud. La Biblia dice “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de EL, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan Su nombre.” He. 13:15
La gratitud no es el juego de ver quien aguanta más tiempo callado. Debe expresarse tanto a Dios como a los demás. Gladys Berthe Stern dijo una vez: “La gratitud que se calla no le sirve a nadie.”
Por lo tanto, si la persona que ayuda en tu casa, hizo una comida exquisita, sé agradecida y exprésale lo bien que lo hizo; si recibes buenas atenciones en un restaurante o en una tienda, no lo pases por alto y extérnalo.
La autora nos advierte que si nuestro agradecimiento nunca llega a ser más que cumplir con una obligación mínima, si nunca vamos mas allá de la rutina automática de llenar los espacios en blanco de las tarjetas de agradecimiento, entonces nunca podremos experimentar la gracia de un estilo de vida lleno de un genuino y sincero agradecimiento.
2. El canto:
Esta expresión la podemos ver muy a menudo en las Escrituras a través de la música: “El Señor es mi fuerza y mi escudo; en El confía mi corazón, y soy socorrido; por tanto, mi corazón se regocija, y le daré gracias con mi cántico.” Salmo 28:7
La gratitud es una hermosa melodía con la que se puede danzar. La música y la acción de gracias van de la mano en las Escrituras. Quizás digas: “Es que no soy buena cantando” o “Es que eso es solo para los integrantes del grupo de adoración de la iglesia”. No amada, como miembro del grupo de adoración de nuestra iglesia, no te imaginas el gozo, el inmenso regocijo que trae a mi corazón y al de cada uno del ministerio escuchar a la iglesia al unísono adorando a nuestro GRAN DIOS, es algo que no se puede describir, Dios no ve si estás entonando una nota más baja o si estás desafinada. El está viendo “LA ACTITUD DE TU CORAZON” es la única ocasión en la que nuestras cabezas se levantan y miran al cielo deleitándose en el Amado, nuestro Señor.
Cualquier oportunidad es buena para elevar un cántico de gratitud, nuestros corazones se renuevan simplemente con adorarle a Él. Por lo tanto, si sientes que estás perdiendo poco a poco tu agradecimiento a Dios y Su gran bondad, entonces trata de expresarlo a través del canto.
Bendiciones,
Kate.
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