Leyendo el capitulo #5 del libro
“Mujeres sabias en un mundo salvaje” de Mary A. Kassian, podremos ver la
diferencia tan marcada en los hábitos de la mujer sabia y la mujer salvaje.
Como joven soltera, esta porción
de Proverbios 31:27 “Ella vigila la
marcha de su casa, y no come el pan de la ociosidad,” que exalta a la mujer
virtuosa, y hace alusión a la chica sabia que es auto-disciplinada, pienso que
esto no es sólo para mujeres casadas que
vigilan su casa y ponen en primer lugar las cosas del hogar, y velan por su bienestar; sino que también es aplicable a
mí como soltera, desde el momento en que
deseo que lo interno refleje lo externo en mí. Y no es cierto que como
mujer soltera, sin tener un hogar que
cuidar, esto me sirva de excusa, y me lleve a estar más tiempo fuera de casa con
mis amigos, de compras, divirtiéndome o entreteniéndome en actividades
diversas.
La palabra de Dios es más que clara cuando vemos el paralelo de los hábitos de la
mujer Sabia y la salvaje:
- - Los hábitos de la mujer
sabia son orientados por y hacia: La
Auto-disciplina.
- - Los hábitos de la mujer salvaje
son orientados por y hacia: La Auto- complacencia.
El problema no es que como mujeres
salgamos a divertirnos, sino el que esto nos lleve a descuidar nuestras verdaderas
prioridades. No nos vale de nada dejar nuestras casas desordenadas, dejar un cúmulo
de ropa sin lavar, descuidar nuestros pagos mensuales o lo más importante, no
pasar tiempo a solas con Dios, en el estudio de Su palabra, la meditación y
oración, por estar de ociosas, andando en otras cosas. Recuerda que lo que
somos en nuestro exterior refleja lo que somos en el interior. Si hay algo que
nunca olvido de mi etapa en la universidad, es que como estudiante de
arquitectura en ese entonces, siempre los arquitectos tenían sus baúles llenos
de materiales, maquetas y planos; los carros parecían almacenes andantes (todo
lo teníamos ahí, al alcance), pero en mi caso era todo lo opuesto, mi madre
siempre nos enseño a mi hermana y a mí, que el orden y la limpieza en una mujer
reflejaba mucho lo que ella es, por lo que mi carro siempre andaba impecable, y
por esto mis compañeros de universidad pensaban que yo era de otro mundo.
Aunque esto parezca algo trivial, sucede de la misma manera en nuestra area espiritual.
Si el entorno de una mujer, ya sea soltera o casada, es descuidado, caótico o
desordenado, es muy probable que su estado interior y su vida privada reflejen
lo mismo.
La Biblia es bien clara haciendo
referencia a que Dios nos creó a nosotras, diferentes a los hombres, cuando
hablamos del tema del “Hogar. En Tito
2:5-8, se les encomienda a las ancianas “a que enseñen a las mujeres jóvenes
a amar a sus maridos y a sus
hijos, a ser
prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para
que la palabra de Dios no sea blasfemada. Asimismo, exhorta a los jóvenes a que
sean prudentes; muéstrate
en todo como ejemplo de buenas obras, con
pureza de doctrina, con dignidad,
con palabra
sana e irreprochable, a fin de
que el adversario se avergüence al no tener nada malo que decir de nosotros.” Es como dice Kassian: “Dios conectó a la mujer con una inclinación hacia el hogar”; eso va en nuestra sangre, es para lo que fuimos
diseñadas, aunque nuestra cultura con el feminismo de estos tiempos quiera
dictarnos lo contrario. Es sumamente vital que como mujeres sabias desde
nuestra juventud hasta ser ancianas, cultivemos hábitos, rutinas y prioridades
que mantengan nuestros hogares en el orden debido.

Ya
para concluir, amadas hermanas, no olvidemos que la manera en que vivimos lo
dice todo, no tiene sentido que hablemos de prioridades, porque ellas se
revelaran por si solas con nuestros hábitos. Una mujer sabia estará
constantemente revisando sus hábitos para ver si están orientados al orden
establecido por Dios, glorificándole a Él en todo lo que hagamos. Nuestra carne
deseará auto-complacerse todo el tiempo y no auto-disciplinarse; por eso es que
debemos constantemente ir a la fuente:
“Dios,” y pedirle cada día, que nos ayude a poder
honrarle, ya que Él es nuestro “Ayudador” en medio de este proceso. Por
nuestras propias fuerzas no lograremos nada, sólo quedarnos estancadas y no
avanzar en los propósitos divinos. Kassian nos señala que el problema de la
mujer salvaje “Es que está rendida a sus propias
inclinaciones pecaminosas y vive de acuerdo a su carne,” y la mujer sabia “Reconoce la importancia de sus hábitos diarios, ella ordena su vida y
es auto-disciplinada en lugar de auto-complaciente”.
¿Cuál de estas dos mujeres deseas tú que reine en tu vida, la sabia o la salvaje?
Bendiciones,
Katerine
Fernandez.
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