Siento como que he durado una eternidad sin hablar con ustedes, pero es bueno invernar un poco y tomar tiempo para pensar, pasar tiempo con Dios y pedirle que nos de palabra para seguir escribiendo. No soy una erudita en la palabra, pero si me gusta ir un poco más a fondo en las cosas y dar mi opinión como una cristiana sedienta de las cosas de Dios. Sobre todo sabiendo que hay vidas a las que esto les puede ser de abundante bendición y otras que sin su ayuda en correcciones a mis escritos; no sería lo mismo sin ellas, (usted sabe que son valiosísimas para mí). Esto solo fue una introducción; poniéndonos un poco al tanto y esperando que este tema sea de análisis para todos los que lo leamos incluyéndome a mí que estoy de este lado del computador.
A lo largo de mi vida en diversas ocasiones, el Señor me ha permitido lidiar con personas que en algún momento me han herido, ofendido, traicionado mi confianza, me han hablado mal e incluso calumniado. Como ser humano uno se siente impotente, con deseos de tomar las riendas de la situación y no de la mejor forma, así que los sentimientos que como humana han llegado a mi no han sido de lo mejor. Pero cuando me realizo un autoanálisis de cuantas veces yo les he fallado a otras personas e incluso a MI DIOS, este no me hace sentir merecedora de su inmenso amor inagotable ya que nosotros los seres humanos no solo le faltamos una vez sino ciento de veces a nuestro Creador.
Entonces ahí es donde mi corazón y mente se sumergen en la palabra de Dios, recordando cada uno de esos ejemplos bíblicamente en los que Dios muestra su perdón a personas que viéndolo con mi mente limitada y finita no merecían para nada su perdón. Podemos ver a David un siervo con un llamado extraordinario que sufre una caída y Dios al ver la humillación de su corazón ante el pecado cometido le extiende el perdón y si leemos el salmos 103 veremos como David alaba a Dios por sus misericordias para con el; “Él es quien persona todas tus iniquidades. "El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida…de modo que te rejuvenezcas como el águila.” Salmos 103:3,-5
Vemos también el ejemplo de Jacob y Esaú; como por una traición posteriormente hay una división de familias y reinos. Jacob pasa una gran parte de su vida huyendo de la venganza de su hermano; hasta que entiende que no puede seguir mas así y busca un acercamiento hacia el; pero con mucho temor porque sabe que le fallo. “Esaú corrió a su encuentro y le abrazo, y se hecho sobre su cuello, y le beso; y lloraron” Genesis 33:4. Qué hermoso es leer esto; el que dos hermanos se reencuentren después de haber tanto rencor en sus corazones y que haya un momento de lloro, abrazos y posteriormente el perdón.
Estos son solo dos ejemplos de los tantos que hay en la biblia. He aprendido que no ganamos nada con guardar rencor en nuestros corazones, que al final poco a poco van provocando heridas en nosotros que son difíciles de cerrarlas; si no las sanamos a tiempo. ¿Qué ganamos con no perdonar?, nada; demostramos con esto lo fácil que es señalar a otros pero no mirarnos la paja de nuestro ojo; olvidando que esto nos distancia de Dios, porque si vemos fijamente con un espejo al interior de nuestros corazones veremos que hay mucho de lo que nos sentiríamos avergonzados si los demás lo ven y créanme; Dios tiene que vernos diariamente y en su infinita misericordia muestra su amor para con sus hijos; “…Porque tú eres Dios que perdonas, clemente y piadoso, tardo para la ira, y grande en misericordia…”Nehemias 9:17
Para mí ha sido tan de bendición el pensar que Dios me ama y que me perdona día a día; que cuando definitivamente he decidido comprender que no vale la pena NO PERDONAR; Mi Dios ha traído una paz a mi corazón un amor por aquellos a los que he tenido que perdonar aun habiéndome herido profundamente. Es mucho mejor sentirse libre de toda carga perversa provocada por el rencor y el odio; es más gratificante ver el trabajo que Dios hace a través de un perdón desinteresadamente. El ver como hay vidas que aun tú produciéndoles bien ellos te hacen un mal; llega un momento en que el bien rompe el caparazón de todo ese mal y esa vida queda mucho mas ministrada por ver tu posición bondadosa, dócil y perdonadora.
Así que ¿Por qué no perdonar?; esta pregunta tiene muchas respuestas por las cuales si hacerlo; aquellos que piensen lo contrario no han experimentado el verdadero perdón de Dios en sus vidas y necesitan vivirlo para poder dar lo que solo por gracia hemos recibido. Era como decía mi pastor una vez “El que no perdona no debe esperar de Dios aquello que no está dispuesto a otorgar a otros.”
El verdadero perdón:
• Pasa por alto una ofensa sin dar una penalidad.
• Renuncia a la venganza.
• Deja ir el dolor amargo y carga la consecuencia del pecado del otro.
• El perdón presume ausencia del merito.
• Implica que tengo que doblegar mi orgullo para perdonar.
• El perdón no tiene nada que ver con quien estuvo en falta.
• La humildad se enfoca en el perdón recibido en la cruz.
• El perdón no es capaz de pensar en eso “NUNCA MAS”.
Así que mis amados lectores abrámosle las puertas al perdón en nuestros corazones y cerrémosle la puerta al rencor, el resentimiento y el orgullo.
Bendiciones a todos,
Kat.
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