"Algunos confían en carros, y otros en caballos; mas nosotros del nombre el SEÑOR nuestro Dios confiaremos" (Salmo 20: 7).
Hemos llegado al último personaje de los listados en el salón de la fama de la fe (Hebreos 11:32), y este es el profeta y juez Samuel. El punto en común que une a todas estas personas en este versículo, y los otros héroes mencionados en el capítulo, es que todos escucharon alguna promesa particular de Dios; confiaron y creyeron en esta promesa.
Conozcamos algunas cosas de Samuel:
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Es
hijo de una mujer que era estéril; Dios le concedió a Ana su petición de poder
ser madre, y fiel a su promesa, ella
dedicó su hijo Samuel al Señor (1 S. 1:11).
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Es
dedicado a Dios desde antes de nacer y luego a la edad estimada de 3 a 4 años
es entregado al sacerdote Eli para ser
instruido a su vez como sacerdote (1 S. 1:20-28).
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“Samuel siendo
niño, ministraba delante del SEÑOR, usando un efod de lino. Su madre le hacía
una túnica pequeña cada año, y se la traía cuando subía con su marido a ofrecer
el sacrificio anual. ...Y el niño Samuel crecía
delante del SEÑOR” (1S.2:18-19, 21b).
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A diferencia de los hijos de Elí, que eran indignos, de
conducta reprochable y no conocían a Dios, de Samuel dice la Palabra: “Y el niño Samuel crecía en estatura y en gracia para con el SEÑOR y para con
los Hombres” (1S.2:26). Resulta hermoso relacionar estas palabras con las
dichas en el Evangelio con relación a Cristo Jesús (Lc.2:52).
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En el capítulo 3 de
1Samuel, leemos que: “Samuel servía
al SEÑOR en presencia de Elí” (v.1a).
y que “creció, y el SEÑOR estaba con él; no dejó sin cumplimiento ninguna de sus palabras” (v.19).
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“Samuel no
conocía aún al SEÑOR, ni se le había revelado aún la Palabra del SEÑOR”
(1S.3:7). El SEÑOR le llamó varias veces, pero él creía que era Elí. Es el mismo Elí quien entiende que en
ese momento le llamaba el SEÑOR y le da la pauta de cómo responder: “Habla, SEÑOR, que tu siervo escucha”
(v.9). Así es como al recibir su llamado, responde, y el SEÑOR le revela
todo lo que haría contra la casa de Elí (v.10-14).
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Samuel
fue un profeta del SEÑOR. (1S.3: 20-21; 1S.9; 1S. 19:20; Hch.3:24).
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Fue el último de
los jueces (1 S. 7:15-17; Hch. 13:20).
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Fue honrado por
su gran fe. (He. 11:32-34).
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Ungió a Saúl,
como rey (1 S. 10:1).
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Ungió a David,
como futuro rey (1 S. 16:13).
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La vida de Samuel fue fundamental en la historia de Israel.
Él era un profeta, ungió a los dos primeros reyes de Israel, y fue el último en
la línea de los jueces de Israel, considerado por muchos como el mejor juez (Hechos 13:20).
- Samuel se menciona junto con Moisés y Aarón como hombres que clamaron a Dios y Él les respondía (Sal. 99:6; Jer. 15:1). Este hecho confirma una vez más que dada su fe, “recibieron la aprobación de los antiguos”, como dice Hebreos 11:2.
Un hombre de Fe en medio de las pruebas:
- Los filisteos atacaron el pueblo de Dios, los hijos de Eli murieron en la batalla y el arca del pacto fue capturada y llevada a Filistea. Al escuchar la noticia de la muerte de sus hijos, Eli también murió (1S.4 y 5). Después de siete meses, los filisteos retornaron el arca a Israel, la cual permaneció en Quiriat-jearim durante más de veinte años (1S.6 y 7: 1-2). Cuando los israelitas clamaron a Dios por ayuda contra los opresores filisteos, Samuel les instruyó a liberarse de los falsos dioses que habían estado adorando. .Ellos se arrepintieron, ayunaron; Oró por ellos; hizo holocausto al SEÑOR, y el SEÑOR le respondió; se movió milagrosamente tronando con gran estruendo contra los filisteos y los confundió, derrotándolos delante de Israel. Con el liderazgo de Samuel, y por el poder de Dios, pudieron someter a los filisteos, y hubo un momento de paz entre ellos. “Y la mano del SEÑOR estuvo contra los filisteos todos los días de Samuel (1 Samuel 7:3-14).
- Al igual que los hijos de Eli, los dos hijos de Samuel, Joel y Abías, pecaron delante de Dios por causa de la avaricia y pervirtiendo la justicia. Samuel había nombrado a sus hijos como jueces, pero los ancianos de Israel le dijeron que, ya que él estaba demasiado viejo y sus hijos no andaban en sus caminos, querían que les nombrara un rey para gobernarlos, así como las otras naciones (1 Samuel 8:1-5). La reacción inicial de Samuel a su petición le produjo un gran disgusto, y él oró a Dios al respecto. El SEÑOR le dio dirección para que escuchara al pueblo; le alentó, revelándole que el rechazo del pueblo al demandar rey, era contra “Su Autoridad misma como Su Dios Soberano”, pues lo desecharon como “Su Rey.” Les mandó a advertirles sobre cuál sería el preceder del rey que reinaría sobre ellos. A pesar de todo esto, el pueblo rehusó oír la voz de Samuel. Y Samuel, dejando sus reservas, acató la decisión de darle un rey como todas las naciones de la tierra (1S.8:6-22). Después de convertir a sus hijos en jueces, debió haber sido algo muy triste para Samuel el saber que ya no eran aptos para dirigir.
- Con el tiempo, Saúl fue ungido por Samuel como el primer rey de Israel (1 Samuel 10:1). Aun así, Samuel pidió a Dios una señal para mostrar a los israelitas la maldad de elegir un rey terrenal que reemplazara a su verdadero Dios (1 S. 12:16-18). El pueblo le pide que ruegue por ellos al SEÑOR para no morir. Él le exhorta a no temer, sino a no apartarse y a servir al SEÑOR con todo el corazón, pues no sería desamparado, a causa de su gran nombre, y porque se complace en hacerle pueblo suyo. Samuel le promete su intercesión y su instrucción en el camino bueno y recto (1S. 12:19-24).
- Después de un tiempo, Samuel supo que Saúl había sido rechazado por Dios para dirigir a Su pueblo a causa de su desobediencia (1 Samuel 13: 8-13). Ante el temor de ser atacado por los filisteos, Saúl se desesperó porque Samuel se tardaba, y se atribuyó la función de sacerdote que no le correspondía, al ofrecer los sacrificios que solo Samuel podía hacer. El veredicto fue duro: “Pero ahora tu reino no perdurará. El SEÑOR ha buscado para sí un hombre conforme a su corazón, y el SEÑOR le ha designado como príncipe sobre su pueblo porque tú no guardaste lo que el SEÑOR te ordenó” (v.14).
- Luego de la siguiente desobediencia de Saúl al no cumplir a cabalidad con lo ordenado sobre Amalec, el SEÑOR lo rechaza completamente. Samuel lo deja; se va a Ramá, “y no vio más a Saúl hasta el día de su muerte. Y lloraba por Saúl, pues el SEÑOR se había arrepentido de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel” (1S.15:34-35).
- Después de una dura reprensión hecha por el SEÑOR a Samuel, por lamentarse tanto por Saúl, al ser rechazado como rey, le es encomendada una nueva misión: Elegir otro rey. Dios lo envía a la familia de Isaí, “el de Belén, porque de entre sus hijos he escogido un rey para mí” (1 S.16:1), y Samuel ungió a David, el hijo menor de Isaí (1 Samuel 16:13). Samuel murió antes de que David fuera hecho rey. “Murió Samuel, y se reunió todo Israel y lo lloraron, y lo sepultaron en su casa en Ramá. Después David se levantó y descendió al desierto de Parán” (1S. 25: 1).
- Si hay algo que hoy podemos imitar de Samuel es que era un hombre de fe y de oración. Un versículo clave de su vida es cuando relata sus palabras al rey Saúl: "Y Samuel dijo: ¿Se complace el Señor tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras del Señor? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros" (1 Samuel 15:22). La obediencia a la Palabra de Dios debe ser siempre nuestra prioridad.
Aplicación:
Tal y como decía Cathy en el programa: “Podemos seguir sus pasos, seguir enfocándonos en Dios para que este afiance nuestra fe en Él. Las dificultades que tengamos que afrontar en la vida no cambian la certeza de las promesas de Dios. Él es fiel y todo lo que ha dicho así ocurrirá. Nuestro trabajo es creer en Él y Sus promesas, y seguir en obediencia, confiando que Él hará lo que ha dicho.”
¿Estamos dispuestas a seguir al Señor a pesar de la oposición? Estamos en tiempos difíciles, en particular éste ha sido un año retador, en donde Dios nos ha llevado a ir en oración ante Él y entender que, sin Su cuidado, protección y completa dependencia de Él, no podemos estar en quietud. "Algunos confían en carros, y otros en caballos; mas nosotros del nombre del SEÑOR nuestro Dios confiaremos." (Salmo 20: 7).
Como cristianas, nuestra fe está siendo atacada constantemente; estamos recibiendo ataques cada vez mayores para que nuestros valores sean violentados, pero estamos dispuestas a seguir a nuestro Señor, a pesar de todas estas oposiciones contra los cristianos. Hay un texto que viene a mi mente: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5). Fuera de Él, nuestras vidas no tendrían sentido y solo Él es quien nos da las fuerzas, el valor y coraje para poder seguir la batalla de la fe.
Hay mucho que aprender de la vida de
Samuel. En particular, si vemos la soberanía de Dios en Israel, sin importar a
quien había elegido el pueblo para que reinara sobre ellos. Podemos permitir
que otras cosas o personas ocupen el trono de nuestro corazón, sin embargo,
Dios siempre seguirá siendo soberano y nunca aceptará que se usurpe Su
autoridad en las vidas de Sus súbditos.
Dios les guarde sin caída,
Katerine F. Genao.
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